
bíamos ganado... Y Crosby nos decía que había que repetirlo
en Estados Unidos. Cuando estábamos llegando a la platafor-ma,
antes de la cafetería, se cayó. Lo cogí en brazos y lo llevé
al botiquín. Llamamos a Juan Laiseca, médico y socio del
club, que le atendió inmediatamente. Estuvimos intentando
reanimarle hasta que llegó la ambulancia y se lo llevaron al
Hospital de la Cruz Roja”.
Desde el club, se telefoneó a su esposa para comunicarle el
fatal acontecimiento. La señora Crosby comentó, mientras
intentaba sobreponerse, que, a pesar de la pena, era mara-villoso
que su esposo hubiera muerto rodeado de amigos y
haciendo lo que más le gustaba. En el orden de preferencias
del artista, la primera era cantar y la segunda, el golf. “Lo
primero que nos preguntó es si había jugado bien”, confirma
Valentín Barrios. “Le dijimos que fenomenal, que había sido
un día estupendo”.
La Fundación
La visita de Crosby al club se produjo un viernes de octubre
de aquellos primeros años en los que el campo apenas estaba
ocupado. Había muy poca gente jugando y nadie sabía de su
visita. Sin embargo, algún fotógrafo logró enterarse y captar
varias imágenes que vendió a la agencia EFE.
“Don César lo supo y me pidió que hiciera una gestión con
aquellos fotógrafos. El club no tenía ningún interés en lu-crarse;
pero sí creía que ese dinero pertenecía al club y que
GLM – 12
Reportaje
debería emplearse en la memoria de Bing Crosby. Hablamos
con la familia y les propusimos la idea de crear una fundación.
Enseguida se mostraron encantados. Finalmente, tras varias
gestiones, se consiguió para el club el dinero de la venta de
aquellas fotografías y aquel fue el germen de la Fundación
Bing Crosby”. Eran algo más de seis millones de pesetas que
iban a emplearse –en memoria de Bing Crosby– en ayudar a
los caddies y a los profesionales que comenzaban su carrera.
Sus estatutos originales explican así su razón de ser: “La
Fundación Bing Crosby de Golf La Moraleja es una institución
benéfico-cultural, permanente; de carácter privado, sin fin lu-crativo
alguno y primordialmente cultural, que se constituye
en memoria de Bing Crosby, el cual durante toda su vida, apre-ciando
que el deporte es una parte importante de la cultura,
dedicó un especial interés al golf, a favorecer y promocionar
su difusión y a estimular y ayudar a cuantos hacían posible su
práctica”.
Los estatutos definían, en su artículo 4, los fines de la
fundación: “el fomento y la promoción del deporte, princi-palmente
del golf, y de la cultura entre los caddies, aprendi-ces
y profesionales de Golf La Moraleja, S.A., o de aquellos
que con esta tengan vinculación”.
Este artículo se ha redefinido posteriormente, ampliando
esos fines para “ayudar a empleados o profesionales de golf
en lo que corresponda a su formación, o en su caso, a otras
causas benéficas que en cada momento se determinen”.
BING CROSBY CREÓ EL PRO-AM MÁS ANTIGUO
DEL CALENDARIO DE GOLF
Hay un dato que nos permite hacernos una
idea clara de la vinculación de Bing Crosby
con el golf, y muy en concreto con el golf
profesional: el pro-am más longevo del
calendario internacional –que hoy se juega
bajo la denominación AT&T Pebble Beach
Pro-am– nació de la mano de Crosby en
1937.
Ese año, el artista decidió invitar a sus
amigos del mundo del cine y de la música
a jugar junto a los mejores golfistas del
momento en Rancho Santa Fe. Además de
disfrutar del golf y de los amigos, se trataba
de recaudar fondos para paliar las necesida-des
de la gente de la zona.
Sam Snead fue el ganador de aquel
primer Pro-am Bing Crosby, dotado con un
cheque de 500 dólares y que se jugó a 18
hoyos. Al año siguiente la competición sería
ya a dos vueltas.
La Segunda Guerra Mundial impidió
la celebración del torneo durante cinco
años, entre 1942 y 1946; pero en el 47
volvió con nuevas energías. Ese año se
celebró a cuatro vueltas y se mudó un
poco más al norte, celebrándose en tres
campos simultáneamente: Pebble Beach,
Cypress Point y Monterey Peninsula CC.
Con este formato ha continuado siendo una
de las citas más relevantes del calendario
del PGA TOUR. Pebble Beach es sede per-manente
y los otros dos campos varían en
cada edición.
Tampoco ha perdido su finalidad benéfi-ca,
canalizada desde el comienzo a través de
la Monterey Peninsula Foundation.
Crosby invitó en varias ocasiones a
César de Zulueta a participar en su pro-am
y Zulueta siempre llevaba consigo a
algún profesional español. Con él viajaron
Salvador Valbuena, Manolo Montes y, pocos
meses después de fallecer Crosby, Valentín
Barrios y Manolo Piñero, sus compañeros
de partido, a los que el anfitrión había
invitado expresamente al llegar al hoyo 15,
como recuerda el propio Valentín Barrios.
“Apenas pudimos jugar una vuelta, porque
no paró de llover en los cuatro días; pero
pasamos largos ratos en el putting green.
Allí conocí a John Glenn y al ex presidente
Gerald Ford”, nos cuenta Barrios. Y allí
fueron tratados con todo el cariño por la fa-milia
de Crosby: “Se portaron muy bien con
nosotros, nos invitaron a cenar a su casa de
Pebble Beach, donde conocimos también el
hijo pequeño de Crosby, Nathaniel, un gran
jugador de golf”.
En el palmarés de este torneo, además
de Sam Snead (1937, 1938, 1941, 1950),
figuran nombres como el de Jack Nicklaus
(1967, 1972, 1973) o Phil Mickelson (1998,
2005, 2007, 2012). Mark O’Meara tiene
récord de victorias, conseguidas en 1985,
1989, 1990, 1992 y 1997.
Cuando Crosby falleció, su familia conti-nuó
dando soporte al torneo, que mantuvo
el nombre del artista hasta 1986. En ese mo-mento,
AT&T pasó a ser el principal patro-cinador
y el torneo comenzó a denominarse
AT&T Pebble Beach International Pro-am.
En la imagen, Bing Crosby en un momento
de su Pro-am. La fotografía se encuentra en el
Branenburg Historical Golf Museum.